lunes, 29 de septiembre de 2008

El olor de la fe.


Era domingo en la tarde y yo preparaba mi maleta para una larga semana en la universidad, había proyectos inconclusos para el lunes en la mañana pero eso no importaba tanto en aquel momento en que comía con mi familia esa generosa ensalada y disfrutaba plácido de aquella conversación que en años no se entablaba en la mesa.

El plan era volver temprano  y terminar lo pendiente, unas cuantas fotografías digitales y una presentación del proceso de serigrafía por bloqueo (interesante… ¿no?), en fin, los planes suelen cambiar como sucedió con en mío.

Se inauguraba un templo cristiano en casa de los pastores de una extraña congregación en Coyoacan, este templo era plan de unos pastores muy conocidos de Ale, amigos por cierto de su infancia, en una casa que compraron hace ya varios años y no ocupan porque su casa se encuentra en un lugar aun mas lujoso el cual no quiero mencionar, en ese lugar hacían estudio de la biblia “religiosamente” cada martes de la semana, pero ahora por antigüedad le correspondía cambiar de nombre y de razón social, un nuevo templo cristiano se abre para que los muchos fieles tengan acceso a un templo “digno”; y como era de esperarse tal evento social no podía fallar en la apretada agenda de Ale (mi madre). Yo estaba invitado.

Negado totalmente a ir (no practico ninguna religión ni deporte) me dispuse a discutir sobre fe y religión en la sobremesa (no me gusta esa palabra) y como todos sabemos esos temas son interminables y muy complejos así que cedí por intereses que aquí tampoco puedo mencionar.

Unos Levi´s viejos y un sweater Inditex fue lo que use, finalmente no entendía la magnitud del evento y educado en una casa antiguamente católica eso del vestido y la etiqueta no importaba, yo llegué a ver a señoras asistir a misa de 10  en calidad de mucamas y no había problema, entonces decidí usar algo relajado, nada pretencioso, como cualquiera  viste en domingo salí de mi casa y Ale me esperaba en el auto, ella como siempre vestida de manera adecuada para el  evento (ella si sabía de que trataba); me miró con ojos de “Aquí algo no anda bien” pero no me dijo nada por que sabía que si había algún reproche de su parte yo no la acompañaría, y así arrancó mi aventura cristiana a bordo de un auto gris.

Después de un largo pero relajado camino llegamos a nuestro destino, el lugar era casi una fortaleza que según esto estaba en proceso, un portón gigante de metal y paredes exteriores de bloques de mármol nos dieron la bienvenida, en la recepción un par de chicas de catálogo (si, en esos templos hay recepción) saludaban como si conocieran a todo el mundo y regalaban trufas en un sachet de tul. Desfilaban confiadas muchas personas muy bien vestidas, ellos con camisas polo y cardigans “náuticos” (un clásico de lo casual) y ellas con sus vestidos sastre negros, blancos, morados, rosas y amarillos, todas con joyas y bolsos de mano (un clásico también, pero mas formal) y ni hablar de zapatos, ya lo podrán imaginar.

Una vez sentados en largas bancas de madera apareció el pastor, un señor que “predica la palabra de Dios” de una manera apasionante (el termino “apasionante” no es consideración mía, es mas bien un adjetivo a su manera de actuar), el hablaba y yo intentaba poner atención, a mi derecha Ale con Jádore,  a la izquierda una señora con peinado a la Jackie Kennedy, traje blanco, perlas y CHANEL No. 5, ese perfume inquietante, irreconocible , femenino y floral entraba en mi sensible nariz obligando a investigar de donde provenía; me sentí abrumado, era demasiado para mi, estaba en esa situación donde te sientes el bicho mas raro del mundo entre tantas joyas y cantos, palabras de fe, Dios, y Chanel No. 5.

Decidí tomar aire en el patio trasero donde había una banca de madera y un árbol, camine con mis Levi´s rotos y mi sweater sintiéndome asediado por miradas y sonrisas, nada de eso importaba por que “todos somos iguales ante los ojos de Dios” decía el pastor mientras yo caminaba curioso por el templo que no tenía absolutamente nada, era lo mas parecido a una galería de arte contemporáneo que había visto, ¿será por que esta inconcluso el templo? Me pregunte, en fin, camine y camine curioso mientras un piano tocaba alabanzas (lo siento no hubo Gosspel cantado por negros), todo el lugar olía a Chanel No. 5, todo, hasta el baño, ¿imaginan eso?

Cuando regrese a mi lugar comente con Ale de lo que me había percatado y no me puso atención ya que había llegado la parte en que el pastor pedía a los feligreses una “ayuda” para levantar esa iglesia como un nuevo templo de fe y yo pensé “Dios mío esta gente necesita ayuda”. Dijo diezmo y yo pensé que eso solo existía en las antiguas iglesias de la edad media “Sean generosos con su diezmo” otra ves la palabra, imaginan el diez por ciento de lo que ganan esas personas, con la ayuda de los diezmos el pastor viajaría a Connecticut mas de dos veces al año, tiempo compartido en Aspen y en primera clase, el templo pasaría de galería de arte contemporáneo a hotel 5 estrellas. Y mientras yo pensaba eso llego una charola de plata (imitación creo) con sobres blancos y una pluma, la pluma para cheques al portador y también para poner tu nombre en el sobre si es que dejabas efectivo para aquello de las consideraciones en la oración. La mujer que estaba a mi lado, aquella del peinado “Jackie” saco de su bolso Coach una chequera y se dispuso a firmar, coloco el cheque en el sobre y me dio la charola, pase inadvertido, y no quise saber la cantidad de efectivo que colocaría Ale por unas horas de palabras de fe.

Al terminar el evento con palabras de agradecimiento y música de piano  todos se saludaban y despedían con agrado, yo opte por esperar en el auto, aquello más que un templo de fe parecía una pasarela de Gucci.

No pude evitar pensar en el costo de la fe, en la necesidad de oír a un señor hablando de la bondad de Dios mientras usa un reloj Baume & Mercier  y hay miles de niños sufriendo de hambre, en verdad no entendí nada, realmente no se mucho sobre fe, conozco a Dios, si que lo conozco, pero, un diezmo…. Paso.

Esa noche aprendí que la nueva fe tiene olor a Chanel No. 5.

4 comentarios:

deibo dijo...

interesante, eric... muy interesante.
me ha pasado igual en ciertos sitios, ya luego te platicaré.
pero eso de lo que hablas es una de las grandes paradojas de la fe, o mejor dicho de quienes se hacen llamar guías espirituales y demás...
no importa la doctrina, la humildad no es una cualidad de estos sujetos.
bueno... cada quien sus formas.

un abrazo!

JoY dijo...

Creo en Dios, algún tiempo practiqué el cristianismo y ahora solo sé, que Dios te ama en Gucci y en guaraches y que no hay mejor "diezmo", que hacer el bien, buen amigo, el mejor hijo, y amar sobre todas las cosas. Tal vez tu no pusiste tu nombre en ningún sobre, pero me brindas un cheque al portador cada vez que haces presente tu amistad, creo que con esto basta para estar dentro de mis rezos....Gracias por ser mi amigo!!!
P.D. Eso si, Chanel es celestial, usar sus zapatillas son como caminar en el cielo....jijij, lo siento, pero no puedo dejar a un lado mi buen gusto...jeje

Anónimo dijo...

Ey pq ya no vuelves a escribir!!

me gustaba tu blog, lo leía, Saludos
:D

Anónimo dijo...

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